Menos nata para el planeta, nos gusta :)

52 kg de crema solar en una playa de Marsella (Francia)

Aunque la crema solar es esencial para proteger nuestra piel de los efectos nocivos del sol, su uso masivo suscita grandes preocupaciones medioambientales. Cada verano se vierten al mar cantidades impresionantes de crema solar, lo que afecta gravemente al ecosistema marino. Jérôme Labille, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS), ha calculado que en un solo día se vierten al mar Mediterráneo unos 52 kg de crema solar en una playa de Marsella. Estos filtros UV, ya sean orgánicos o minerales, son tóxicos para los organismos acuáticos. Los filtros orgánicos penetran en la piel humana y pueden acabar en el torrente sanguíneo, mientras que los filtros minerales, compuestos de nanopartículas, plantean riesgos importantes para el medio ambiente, en particular para las algas y los corales. El impacto acumulativo sobre la posidonia y la biodiversidad marina es dramático, lo que ha llevado a lugares como Hawai a prohibir ciertos tipos de protectores solares para proteger su frágil medio ambiente.

La elección entre proteger la salud y el medio ambiente se convierte así en un dilema complejo. Los filtros solares, ya sean hidrófobos o hidrófilos, afectan al ecosistema de diferentes maneras.

La elección entre proteger la salud y el medio ambiente se convierte así en un dilema complejo. Los filtros solares, ya sean hidrófobos o hidrófilos, afectan al ecosistema de forma diferente. Los filtros solares hidrófobos flotan en la superficie del agua, bloqueando la luz e interrumpiendo la fotosíntesis, mientras que los hidrófilos son absorbidos más fácilmente por los organismos marinos. Los expertos recomiendan varias soluciones para minimizar este impacto: elegir cremas que no sean demasiado grasas, esperar antes de nadar tras su aplicación u optar por alternativas físicas como llevar ropa anti-UV. Sin embargo, estas prácticas suelen ser difíciles de adoptar, entre otras cosas por restricciones como el cierre de las duchas en las playas. Por último, educar a los consumidores y mejorar las fórmulas de los protectores solares parecen pasos cruciales para limitar los daños, tanto para nuestra salud como para el medio ambiente.

Menos plástico para el planeta, nos gusta :)

Cada año, unos 8 millones de toneladas de plástico acaban en los mares del mundo.

La contaminación por plásticos en los océanos se ha convertido en un verdadero desastre medioambiental que pone en peligro la vida marina y los ecosistemas. Cada año, unos 8 millones de toneladas de plástico acaban en los mares del mundo. Esta asombrosa cifra es el resultado de nuestro consumo excesivo de productos de plástico de un solo uso, como botellas, bolsas y envases. Una vez en el agua, los residuos plásticos se descomponen lentamente en microplásticos, partículas invisibles a simple vista que son ingeridas por los animales marinos, contaminando toda la cadena alimentaria, hasta llegar al ser humano. Tortugas, peces, aves marinas y muchas otras especies quedan a menudo atrapadas, asfixiadas o envenenadas por estos residuos, lo que provoca un alarmante declive de la biodiversidad marina.

Todos y cada uno de nosotros podemos contribuir reduciendo nuestro uso cotidiano del plástico, reciclando y adoptando alternativas sostenibles, para proteger los océanos y a las generaciones futuras.

Esta contaminación no sólo afecta a la fauna, sino también a los ecosistemas marinos en su conjunto. Además de ser ingeridos, los microplásticos se depositan en el lecho marino, alterando hábitats frágiles como los arrecifes de coral y las praderas marinas. Además, grandes parches de residuos plásticos, apodados "continentes de plástico", van a la deriva en los océanos, con el tristemente célebre ejemplo del vórtice de residuos del Pacífico Norte, tres veces más grande que Francia. Ante esta crisis, se multiplican las iniciativas para reducir la contaminación plástica: prohibición de ciertos plásticos de un solo uso, limpieza de playas, sensibilización sobre la necesidad de reducir el consumo de plástico, pero aún queda mucho camino por recorrer. Todos y cada uno de nosotros podemos contribuir reduciendo nuestro uso cotidiano del plástico, reciclando y adoptando alternativas sostenibles, para proteger los océanos y a las generaciones futuras.