Nada es sencillo. En primer lugar, el ajuste, que debía ofrecer un verdadero confort. Pero, ¿por qué y para quién? Demasiado caro y sin necesidad aparente, pero sin embargo destinado a una clientela que requiere una atención muy especial. Luego están el material y la fabricación, que, de nuevo por razones de coste, se hacen en Asia, pero con demasiada frecuencia en detrimento de la calidad, siendo el resultado final el mismo producto pero con una etiqueta diferente. No, el material debe estar al servicio del niño e indudablemente aportar un valor añadido al producto. La elección europea es esencial.